miércoles, 28 de julio de 2010

1. Regresar (Parte II)

A esta chica Tom la conocía desde que llegó a la ciudad, pero nunca habían tenido una relación de amistad, como por ejemplo tenía esta chica con David, el hermano de Tom. En ocasiones David y ella se habían peleado, pero siempre acababan haciendo las paces. Esto era algo normal, ya que sus caracteres eran muy parecidos y ambos eran igual de testarudos. Cuando creció ella era una chica alegre, divertida, simpática, sabía escuchar y estaba dispuesta a ayudar a quien lo necesitara. Tom y ella no solían verse mucho, pero cuando coincidían en la calle, en casa de Tom cuando David la invitaba, en alguna fiesta o de camino al instituto, él disfrutaba de su compañía porque siempre tenía algo que contar, siempre sonreía y aunque los dos estuviesen callados ese silencio era agradable simplemente porque estaba ella, Elena.

Los dos eran conscientes de que se sentían bien el uno con el otro, por lo que se fueron conociendo mejor, quedaban a menudo para salir o tomar algo y comenzó a surgir una bonita amistad. Ese pequeño sentimiento inicial que comenzó como simpatía y evolucionó a amistad, con el tiempo llegaría a convertirse en algo más. Tom con dieciocho años recién cumplidos y ella con diecisiete. Los dos sabían perfectamente que estaba pasando. Conocían ese sentimiento, esa atracción tan fuerte que sentía él por ella y ella por él. Los dos deseaban estar juntos, pero a los dos les daba miedo dar el primer paso por temor a que no funcionase, o a que esa bonita amistad que habían conseguido con el tiempo se acabara por una tontería.

Al terminar el verano, él decidió dar ese primer paso. Después de estar casi todo el verano juntos, una noche aún calurosa él fue a buscarla al final de la calle donde ella vivía, como de costumbre. Habían quedado con unos amigos para ir al cine, pero aún era pronto. Cuando ella llegó se dirigieron al lugar donde habían quedado con los demás. En ese pequeño recorrido Tom llegó a la conclusión de que era la ocasión perfecta para decirle lo que sentía por ella. Fue pensando en todo lo que iba a decirle mientras que ella le contaba lo que había estado haciendo a lo largo del día. Pero en realidad no le sirvió de nada. Cuando llegó el momento se puso tan nervioso que le fue imposible recordar todo lo que tenía que decir. Sintió como un sudor frío le recorría la espalda, pero eso no le impidió comenzar la improvisación. Cuando ella hizo una pausa en su largo monólogo, él le dijo que tenía algo que decirle y que era muy importante para él. Elena al principio se preocupó, pero cuando se encontró con su mirada supo inmediatamente de que iba el tema. En ese momento ella sonrió y él sin dar más rodeos la cogió de la mano, se acercó lentamente a sus labios y cuando estaban a escasos centímetros él le preguntó: ¿Me quieres como yo te quiero a ti? En ese momento ella sonrió, como era habitual, y en forma de respuesta le preguntó: ¿Tú qué crees? Y después de esto ella se lanzó en darle un beso. Fue suave, lento, dulce… Un primer beso que ahora, él con veintidós y ella con veintiuno, no habían conseguido olvidar.

Después de este episodio, la pareja vivió grandes momentos juntos, momentos que les hicieron inmensamente felices. Pero esta felicidad a penas duró dos meses. A finales de noviembre, la familia de Tom tomó la decisión de regresar a su país. Justo cuando Tom lo había conseguido todo para ser feliz. Pero la marcha fue inevitable y a finales de diciembre la familia abandonó la ciudad. Él se sentía culpable por hacer sufrir a Elena. Ella se sentía culpable por hacer sufrir a Tom, y ambos decidieron no seguir en contacto para que esas heridas que los dos tenían comenzaran a cicatrizar. Fui una decisión dura, pero pensaron que era la más acertada.

Elena nunca perdió el contacto con David. Él le contaba como su hermano poco a poco lo iba superando, perdonaba a sus padres (los había culpado por el traslado) y se perdonaba a si mismo. Por el contrario, Tom nunca le había preguntado a su hermano por Elena. Solo pensar en ella le hacia sufrir y no era precisamente lo más correcto cuando estaba dispuesto a superarlo.
Pasaron tres años desde esa dolorosa despedida. Elena se armó de valor y lo llamó (aún conservaba su número de teléfono), sin saber que encontraría como respuesta.

4 comentarios:

  1. Encontre tu link en tuenti! y me picó la curiosidad.

    Es un gran relato, engancha desde el principio y llega al corazón.

    A partir de ahora tienes una fan que espera con impaciencia lo que escribas!

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  2. Gracias! no tengo mucha esperiencia en estoo.. pero seguire escribiendo :)

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  3. yo también he empezado algo, pasate si quieres ;)

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  4. He descubierto esta página hoy mismo.
    Te tengo que decir que me gusta la historia y que poco a poco la vas modelando.
    ¡Quiero más!
    Ánimo y muchísima suerte.
    Otra seguidora más
    P.D: Cuando quieras pásate por mi blog, yo también estoy escribiendo una historia.
    ¡¡Gracias!!

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