Se fue a buscar el bolso mientras que pensaba en que decirle a Hugo. Se le pasaba muchas cosas por la cabeza, pero no encontraba las palabras adecuadas para no acabar totalmente peleados. Bueno, lo llamaría y a ver que rumbo tomaba la conversación… improvisaría.
Mientras marcaba el número de Hugo en su móvil ella sentía un nudo en el estómago, ese nudo que se siente cuando te sientes culpable de algo, pero ¿era ella realmente culpable? No tuvo tiempo de decidir si lo era o no…
- Elena, ¿por qué no me cogías ayer el teléfono? ¡Te estuve llamando toda la noche!- estaba bastante enfadado.
- Buenos días a ti también Hugo- dijo ella intentando ganar algo de tiempo para que ese nudo de su estomago desapareciera, pero no lo consiguió.
- No me vengas con tonterías, ¿con quién estuviste anoche que estabas tan ocupada?
- Con Tom- dijo tan natural, que hasta ella misma se sorprendió.
- Ah, claro… Tom, ¿y se puede saber donde os metisteis que no podías contestar al teléfono?- ahora Hugo en lugar de enfadado parecía dolido, muy dolido.
Elena se dio cuenta del dolor que sentía Hugo, y el nudo de su estómago se hizo más intenso… Ella era la culpable de todo. Decidió ser sincera, se lo debía. Nunca antes en el mes y medio que llevaban saliendo habían discutido. Se habían sentido bien el uno con el otro, y ninguno de los dos había pensado nunca que eso acabaría de esa forma. Había sido una relación muy bonita… y los dos estaban completamente seguros de que habría durado si Tom no hubiera aparecido.
- Hugo, sabes todo lo que sufrí por él. También sabes todo lo que lo quise, y anoche… bueno, me di cuenta de que lo sigo queriendo… Me duele mucho decírtelo de esta forma, pero creo que debo de ser sincera contigo. Perdóname…
- Vale, creo que no tenemos nada mas de que hablar- y colgó.
Ella se sentía realmente mal, no sabía que podía causarle tanto dolor a una persona. Hugo no se lo merecía. Era bastante celoso en ocasiones y muy pesado cuando se lo proponía, pero siempre había sido un buen amigo ante todo, y ahora ella lo había traicionado de esta forma. Sentía ganas de llorar, de llamarlo de nuevo para contarle lo mal que se sentía, pero eso sería ser muy egoísta por su parte, seguro que él también lo estaba pasando muy mal sin comerlo ni beberlo. El único alivio que le quedaba era que había sido sincera, y puede que con el tiempo Hugo valorase esa sinceridad y volvieran a ser amigos…
Fue al baño para lavarse la cara para que esas ganas de llorar desaparecieran, pero el agua no hace milagros. Se miró al espero y se le notaba en los ojos que lo había pasado muy mal. En ese momento sonó el timbre, debía de ser Tom. Se secó la cara y se dirigió a la puerta. Cuando abrió se encontró con esa persona de la que ella estaba totalmente enamorada, esa persona que no había olvidado en más de tres años, esa persona culpable de que estuviera triste y feliz en ese momento. Ella intentó poner una sonrisa en su cara, pero era demasiado falsa.
- ¿Te pasa algo?- dijo preocupado.
- No, no te preocupes…
- ¿Cómo no voy a preocuparme?- dijo entrando en la casa para abrazarla-. Se que te pasa algo, cuando me lo cuentes te sentirás mejor, créeme.
Cuando Tom la abrazó se sintió segura, como si el dolor que sentía minutos antes hubiera desaparecido.
- He estado hablando con Hugo, y hemos terminado- dijo ella rodeada por los fuertes brazos de Tom.
- Lo siento… Yo tengo toda la culpa. Si quieres puedo hablar con él para…
- No, no- dijo separándose de él para mirarlo a la cara-. Es mejor dejarlo así, ahora no quiero pensar en eso… Ya hablare más tranquilamente con él, creo que podremos volver a ser amigos- dijo mientras intentaba sacar una sonrisa.
- ¿Tú quieres volver con él?- dijo él con miedo a que la respuesta fuera un sí.
- ¿Crees que si de verdad quisiera estar con él estaría aquí contigo?- dijo Elena con una mirada que rebelaba la respuesta. Y en ese momento, Tom se acercó a ella y la besó dulcemente.
- Vamos, quiero pasar cada minuto que me queda aquí contigo- dijo mientras salían de la casa comino a la moto que estaba aparcada justo en frente.
Todos los miercoles en este blog publico una entrada con un fragmento de una historia que aún no se como llamarla, pero por ahora la estoy dividiendo en partes, como podeis ver en las entradas ya publicadas. Espero que os guste y que dejeis vuestra opinión para saber en que mejorar. Gracias, e intentaré no retrasarme.
viernes, 10 de diciembre de 2010
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Volver a empezar (Parte II)
Diez y media de la mañana. Elena estaba en la cocina preparándose unas tostadas y sirviéndose un zumo. Si su madre la hubiera visto, creería que estaba enferma. Elena nunca se levantaba tan temprano los sábados, y menos si la noche anterior había salido de fiesta. Desayunó tranquilamente en la mesa de la cocina y después se dirigió al salón. En la mesa había una nota escrita por su madre: “Elena, tu padre y yo vamos a almorzar fuera después del trabajo. Alejandro está en casa de Toni, llámalo luego. Hay comida para los dos en el frigorífico. Nos vemos a la tarde.”
Al leer la nota, Elena se dirigió a su habitación para coger su móvil. No se acordaba de que lo había apagado. Lo encendió e inmediatamente recibió tres mensajes. El primero era de Ana. Le decía que la llamara cuando pudiera, que era urgente. La llamaría luego, ahora mismo estaría durmiendo, como si no la conociera. El segundo mensaje era de Hugo, llamadas perdidas. Seis llamadas perdidas. Eso sin contar las veces que la había llamado antes de apagar el móvil… Y el tercero también era de Hugo: “Tengo que hablar contigo”. Como si ella no lo hubiera notado después de todas las llamadas perdidas que tenía de él.
Elena marcó el número de Alejandro y espero a que contestara. Nada. Volvió a intentarlo por segunda vez y alguien, con voz dormida contestó:
- ¿Si?
- Alex, mamá y papá van a comer fuera, me han dejado una nota. ¿Vienes a comer a casa?
- Elena… no lo se. Estaba durmiendo…
- Siento haberte molestado dormilón. Solo quería sabes si vendrías a casa.
- No lo se. Estoy en casa de Toni. Puede que me quede a comer aquí. Luego te mando un mensaje.
- Vale. ¡Qué no se te olvide!
- No… Adiós.
- Chao.
Alex era el hermano pequeño de Elena. Siempre se habían llevado muy bien y confiaban el uno en el otro, aunque en lo que llevaban de verano habían coincidido más veces en fiesta que en su propia casa. Él tenía dieciocho años y en el próximo mes de octubre entraría en la universidad para estudiar derecho. Salía con una chica de su instituto, pero a Elena no le gustaba nada. Se lo había dicho muchas veces a su hermano, pero él se limitaba a decir que no era nada serio. Así llevaba ya siete meses…
Elena se metió en la ducha con el agua muy fría. Aunque era temprano, hacia un calor asfixiante. Cuando terminó volvió a coger su móvil y leyó el mensaje que Tom le había mandado la noche anterior. Soltó un suspiro y lo llamó. No le dio tiempo a pensar en que decir cuando él contestó:
- Hola.
- Hola Tom -dijo ella algo nerviosa.
- No te he llamado porque creía que estarías durmiendo. ¿Qué tal todo?
- Ah, no… hoy me levanté temprano porque tenía cosas que hacer -mintió -. ¿Qué tienes pensado hacer esta tarde? Pensé que podríamos quedar para ir a algún sitio, ¿qué te parece?
- Estaría encantado. ¿A qué hora quedamos entonces?
- Pues no se, cuando tú quieras.
- ¿Te parece bien ya?
- ¿Tan pronto? -ella se quedó un poco confusa.
- ¿Tienes algo que hacer?
- Bueno, no… En realidad pensaba ir a hablar con un amigo, pero no pasa nada.
- Tardaré una media hora en llegar a buscarte, puedes llamar a tu amigo mientras, ¿no?
- Si, bueno, no te preocupes… -Elena no creía que la conversación que debía tener con Hugo durara menos de media hora.
- Pues entonces te veo en media hora. Un beso.
Y antes de que ella pudiera decir nada, colgó.
Al leer la nota, Elena se dirigió a su habitación para coger su móvil. No se acordaba de que lo había apagado. Lo encendió e inmediatamente recibió tres mensajes. El primero era de Ana. Le decía que la llamara cuando pudiera, que era urgente. La llamaría luego, ahora mismo estaría durmiendo, como si no la conociera. El segundo mensaje era de Hugo, llamadas perdidas. Seis llamadas perdidas. Eso sin contar las veces que la había llamado antes de apagar el móvil… Y el tercero también era de Hugo: “Tengo que hablar contigo”. Como si ella no lo hubiera notado después de todas las llamadas perdidas que tenía de él.
Elena marcó el número de Alejandro y espero a que contestara. Nada. Volvió a intentarlo por segunda vez y alguien, con voz dormida contestó:
- ¿Si?
- Alex, mamá y papá van a comer fuera, me han dejado una nota. ¿Vienes a comer a casa?
- Elena… no lo se. Estaba durmiendo…
- Siento haberte molestado dormilón. Solo quería sabes si vendrías a casa.
- No lo se. Estoy en casa de Toni. Puede que me quede a comer aquí. Luego te mando un mensaje.
- Vale. ¡Qué no se te olvide!
- No… Adiós.
- Chao.
Alex era el hermano pequeño de Elena. Siempre se habían llevado muy bien y confiaban el uno en el otro, aunque en lo que llevaban de verano habían coincidido más veces en fiesta que en su propia casa. Él tenía dieciocho años y en el próximo mes de octubre entraría en la universidad para estudiar derecho. Salía con una chica de su instituto, pero a Elena no le gustaba nada. Se lo había dicho muchas veces a su hermano, pero él se limitaba a decir que no era nada serio. Así llevaba ya siete meses…
Elena se metió en la ducha con el agua muy fría. Aunque era temprano, hacia un calor asfixiante. Cuando terminó volvió a coger su móvil y leyó el mensaje que Tom le había mandado la noche anterior. Soltó un suspiro y lo llamó. No le dio tiempo a pensar en que decir cuando él contestó:
- Hola.
- Hola Tom -dijo ella algo nerviosa.
- No te he llamado porque creía que estarías durmiendo. ¿Qué tal todo?
- Ah, no… hoy me levanté temprano porque tenía cosas que hacer -mintió -. ¿Qué tienes pensado hacer esta tarde? Pensé que podríamos quedar para ir a algún sitio, ¿qué te parece?
- Estaría encantado. ¿A qué hora quedamos entonces?
- Pues no se, cuando tú quieras.
- ¿Te parece bien ya?
- ¿Tan pronto? -ella se quedó un poco confusa.
- ¿Tienes algo que hacer?
- Bueno, no… En realidad pensaba ir a hablar con un amigo, pero no pasa nada.
- Tardaré una media hora en llegar a buscarte, puedes llamar a tu amigo mientras, ¿no?
- Si, bueno, no te preocupes… -Elena no creía que la conversación que debía tener con Hugo durara menos de media hora.
- Pues entonces te veo en media hora. Un beso.
Y antes de que ella pudiera decir nada, colgó.
jueves, 28 de octubre de 2010
Parentesis...
Tiempo… pequeñísima palabra, pero enormemente influyente en tu vida. Ese tiempo es el que te cambia, pero te das cuenta de ese cambio cuando el tiempo ya ha pasado. Ese tiempo te cura, pero no lo cura todo. Ese tiempo te hace olvidar, pero en cambio recuerdas otras cosas que desearías haber olvidado. Ese tiempo que crees que siempre habrá un día desaparecerá, y desearías volver en el tiempo para recuperar ese tiempo perdido. El tiempo es rápido, pero si te lo propones, puedes llegar a tiempo…
Y precisamente ese TIEMPO es el que no he tenido para seguir escribiendo. Intentaré próximamente publicar algo e intentare que sea bastante y bueno, para compensar y eso... jajaja.
Saludos :)
Y precisamente ese TIEMPO es el que no he tenido para seguir escribiendo. Intentaré próximamente publicar algo e intentare que sea bastante y bueno, para compensar y eso... jajaja.
Saludos :)
miércoles, 1 de septiembre de 2010
3. Volver a empezar (Parte I)
Siguieron paseando. La luna se reflejaba en el agua del lago, ahí se apreciaba una belleza especial. Elena sentía unas ganas locas de abrazar al chico que estaba caminando a su lado, decirle que lo quería y que no le importaba nada más, pero no era capaz de hacerlo sin saber que sentía por ella. Ese chico deseaba hacer lo mismo, deseaba abrazarla, besarla y recuperar todo el tiempo que habían perdido, pero no lo hacía porque ella estaba con otro chico y no quería ponerla en una situación comprometida.
El silencio fue roto por el sonido del móvil de Elena. Pudo ver en la pantalla el nombre de Ana y respondió rápidamente.
- ¿Si?
- Elena, espero no interrumpir nada…
- No te preocupes, dime -respondió ella un poco confundida.
- He visto a Hugo y me ha preguntado por ti. No se si he hecho bien o no, no sabía que decir… -parecía bastante nerviosa-.
- Espera, espera… ¿A Hugo? Pero si había ido a ver a unos amigos, ¿qué hacía ahí?
- Por lo que he entendido no había demasiado ambiente y decidieron venir.
- Buff… Bueno, ¿y tú que le has dicho?
- Pues que habías ido a tomar algo con un amigo que no veías desde hacía bastante tiempo -lo dijo todo de golpe, sin parar en ningún momento para respirar.
- Umm… Es cierto. ¿Qué problema hay?
- Pues que después de escuchar eso se a puesto un poco nervioso y se ha ido bastante enfadado. Solo te llamaba para avisarte. Si he metido la pata, lo siento…
- No te preocupes Ana, le has dicho la verdad, si se pone así es su problema. Gracias por llamarme.
- Ya hablamos mañana. Un beso.
- Adiós.
Cuando Elena colgó miró a Tom. Lo había estado escuchando todo y no sabía a que se debía esa media sonrisa que tenía en su boca. Antes de que ella pudiera decir algo, él preguntó si había algún problema.
- No, no pasa nada.
- ¿Seguro? ¿Ese tal Hugo es tu novio?
- Supongo que no puedo culparte de haber escuchado la conversación… -ya sabía a que venía esa sonrisa.
- No. Pero dime, ¿que pasa con tu novio? -Tom estaba puniendo demasiado interés. Ella no sabía si eso era bueno o malo.
- Si, lo es. Pero posiblemente deje de serlo si le digo que he estado aquí contigo.
- Entonces, ¿qué le vas a decir? -preguntó lentamente, con el mismo ritmo que sus pasos se iban acercando a ella.
- Soy una chica sincera -dijo con la voz más baja que entes. Ahora estaban muy cercas el uno del otro, cara a cara.
- No quiero ser el culpable de vuestra ruptura -dijo Tom con una voz pícara, cada vez más cerca su rostro del de Elena y sin dejar su maravillosa sonrisa.
- Tranquilo, podrás superarlo -dijo ella imitando su tono burlón.
Después de estas palabras, los dos estaban tan cerca que podían sentir la respiración del otro. Tom seguía acercándose poco a poco, y ella no estaba dispuesta a retroceder. Cuando estaban a penas unos centímetros de distancia, Elena levantó su mano derecha y acarició la mejilla de Tom. La sonrisa de él desapareció para dar paso a una expresión que mostraba un gran deseo de besarla. Ella se dio cuenta y bajó la mano hasta la boca de Tom, con una lenta caricia. Con la yema de sus dedos acarició sus carnosos labios. Él agarró los dedos de Elena suavemente con sus dos manos y los besó con mucho cuidado. En ese momento sus miradas se cruzaron y Tom se acercó para besarla. Pero ella, con un suave y rápido gesto, puso su mano libre sobre los labios de Tom, sobre esos labios que esa noche no besaría.
Cualquier otro chico frente a esa situación podría sentirse rechazado, enfadado o confundido, pero él se sintió aliviado. Ahora sabía que ella estaba enamorada de él. ¿Por qué no le había dejado que la besara? Posiblemente fuera por Hugo… Él se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla. Ella sonrió, se separó un poco de Tom y lo cogió de la mano. Estaba realmente nerviosa, pero segura de lo que estaba haciendo. “¿Me llevas a casa?” Le preguntó mientras se dirigían los dos juntos hacia la moto. Él aceptó con un leve movimiento de cabeza. Era ya bastante tarde.
Durante el camino no dijeron nada. Llegaron a la calle de Elena y Tom paró la moto en el mismo sitio donde años atrás solía hacerlo. Ella se bajó y le devolvió el casco de Peter.
- Gracias por todo -dijo ella, ahora bastante tranquila-. ¿Nos vemos mañana?
- Claro. Yo te llamo, ¿OK?
- Vale. Hasta mañana entonces -y se volvió en dirección a su casa-.
- Espera Elena.
Ella se giró hacia él y pudo ver como se bajaba de la moto ya apagada, se quitaba el casco y se dirigía hacia ella mientras se tocaba el pelo, intentando arreglar el destrozo que el casco había hecho. !Qué guapo era! Pero, ¿qué quería? Iba a preguntárselo, pero cuando lo vio tan cerca de ella, las palabras no le salieron. Él llevaba el casco en la mano izquierda y con la derecha rodeó la cintura de Elena. Se acercó a ella y le dio un intenso beso, corto pero intenso. Tom se separó de ella y dejó ver una gran sonrisa de satisfacción. Sin decir nada se colocó de nuevo el casco, se montó en la moto y se fue, despidiéndose con un gesto de su mano. Elena no se lo podría creer. No conocía esa faceta impulsiva de Tom, pero le encantaba.
Comenzó a andar hacia su casa, pensando todo el tiempo en Tom y en su beso. Mientras buscaba las llaves, su móvil comenzó a sonar, miró la pantalla y vio que era Hugo. Como si fuera un acto reflejo pulsó el botón rojo. No quería estropear ese momento tan feliz discutiendo con Hugo. Cuando llegó a su habitación y se disponía a meterse en la cama volvió a sonar el móvil, pero esta vez era un mensaje. Debería apagarlo si quería dormir, Hugo podía llegar a ser muy pesado. Cuando abrió el mensaje, una gran sonrisa iluminó su cara. Esta vez no era Hugo, sino Tom el que había hecho sonar su teléfono con un sms muy corto: “I love U”.
El silencio fue roto por el sonido del móvil de Elena. Pudo ver en la pantalla el nombre de Ana y respondió rápidamente.
- ¿Si?
- Elena, espero no interrumpir nada…
- No te preocupes, dime -respondió ella un poco confundida.
- He visto a Hugo y me ha preguntado por ti. No se si he hecho bien o no, no sabía que decir… -parecía bastante nerviosa-.
- Espera, espera… ¿A Hugo? Pero si había ido a ver a unos amigos, ¿qué hacía ahí?
- Por lo que he entendido no había demasiado ambiente y decidieron venir.
- Buff… Bueno, ¿y tú que le has dicho?
- Pues que habías ido a tomar algo con un amigo que no veías desde hacía bastante tiempo -lo dijo todo de golpe, sin parar en ningún momento para respirar.
- Umm… Es cierto. ¿Qué problema hay?
- Pues que después de escuchar eso se a puesto un poco nervioso y se ha ido bastante enfadado. Solo te llamaba para avisarte. Si he metido la pata, lo siento…
- No te preocupes Ana, le has dicho la verdad, si se pone así es su problema. Gracias por llamarme.
- Ya hablamos mañana. Un beso.
- Adiós.
Cuando Elena colgó miró a Tom. Lo había estado escuchando todo y no sabía a que se debía esa media sonrisa que tenía en su boca. Antes de que ella pudiera decir algo, él preguntó si había algún problema.
- No, no pasa nada.
- ¿Seguro? ¿Ese tal Hugo es tu novio?
- Supongo que no puedo culparte de haber escuchado la conversación… -ya sabía a que venía esa sonrisa.
- No. Pero dime, ¿que pasa con tu novio? -Tom estaba puniendo demasiado interés. Ella no sabía si eso era bueno o malo.
- Si, lo es. Pero posiblemente deje de serlo si le digo que he estado aquí contigo.
- Entonces, ¿qué le vas a decir? -preguntó lentamente, con el mismo ritmo que sus pasos se iban acercando a ella.
- Soy una chica sincera -dijo con la voz más baja que entes. Ahora estaban muy cercas el uno del otro, cara a cara.
- No quiero ser el culpable de vuestra ruptura -dijo Tom con una voz pícara, cada vez más cerca su rostro del de Elena y sin dejar su maravillosa sonrisa.
- Tranquilo, podrás superarlo -dijo ella imitando su tono burlón.
Después de estas palabras, los dos estaban tan cerca que podían sentir la respiración del otro. Tom seguía acercándose poco a poco, y ella no estaba dispuesta a retroceder. Cuando estaban a penas unos centímetros de distancia, Elena levantó su mano derecha y acarició la mejilla de Tom. La sonrisa de él desapareció para dar paso a una expresión que mostraba un gran deseo de besarla. Ella se dio cuenta y bajó la mano hasta la boca de Tom, con una lenta caricia. Con la yema de sus dedos acarició sus carnosos labios. Él agarró los dedos de Elena suavemente con sus dos manos y los besó con mucho cuidado. En ese momento sus miradas se cruzaron y Tom se acercó para besarla. Pero ella, con un suave y rápido gesto, puso su mano libre sobre los labios de Tom, sobre esos labios que esa noche no besaría.
Cualquier otro chico frente a esa situación podría sentirse rechazado, enfadado o confundido, pero él se sintió aliviado. Ahora sabía que ella estaba enamorada de él. ¿Por qué no le había dejado que la besara? Posiblemente fuera por Hugo… Él se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla. Ella sonrió, se separó un poco de Tom y lo cogió de la mano. Estaba realmente nerviosa, pero segura de lo que estaba haciendo. “¿Me llevas a casa?” Le preguntó mientras se dirigían los dos juntos hacia la moto. Él aceptó con un leve movimiento de cabeza. Era ya bastante tarde.
Durante el camino no dijeron nada. Llegaron a la calle de Elena y Tom paró la moto en el mismo sitio donde años atrás solía hacerlo. Ella se bajó y le devolvió el casco de Peter.
- Gracias por todo -dijo ella, ahora bastante tranquila-. ¿Nos vemos mañana?
- Claro. Yo te llamo, ¿OK?
- Vale. Hasta mañana entonces -y se volvió en dirección a su casa-.
- Espera Elena.
Ella se giró hacia él y pudo ver como se bajaba de la moto ya apagada, se quitaba el casco y se dirigía hacia ella mientras se tocaba el pelo, intentando arreglar el destrozo que el casco había hecho. !Qué guapo era! Pero, ¿qué quería? Iba a preguntárselo, pero cuando lo vio tan cerca de ella, las palabras no le salieron. Él llevaba el casco en la mano izquierda y con la derecha rodeó la cintura de Elena. Se acercó a ella y le dio un intenso beso, corto pero intenso. Tom se separó de ella y dejó ver una gran sonrisa de satisfacción. Sin decir nada se colocó de nuevo el casco, se montó en la moto y se fue, despidiéndose con un gesto de su mano. Elena no se lo podría creer. No conocía esa faceta impulsiva de Tom, pero le encantaba.
Comenzó a andar hacia su casa, pensando todo el tiempo en Tom y en su beso. Mientras buscaba las llaves, su móvil comenzó a sonar, miró la pantalla y vio que era Hugo. Como si fuera un acto reflejo pulsó el botón rojo. No quería estropear ese momento tan feliz discutiendo con Hugo. Cuando llegó a su habitación y se disponía a meterse en la cama volvió a sonar el móvil, pero esta vez era un mensaje. Debería apagarlo si quería dormir, Hugo podía llegar a ser muy pesado. Cuando abrió el mensaje, una gran sonrisa iluminó su cara. Esta vez no era Hugo, sino Tom el que había hecho sonar su teléfono con un sms muy corto: “I love U”.
martes, 24 de agosto de 2010
2. Continuar (Parte III)
Durante el paseo siguieron charlando y llegó el turno de hablar de la vida de Elena. Ella comenzó a contarle como le iba en la facultad, por qué había elegido estudiar turismo y también le habló un poco sobre sus amigos más cercanos, hacía tiempo que él no había sabido nada de ellos. Habían hablado de muchas cosas, pero ninguno de los dos habían comentado si tenían pareja. Tampoco se habían atrevido a preguntar, aunque los dos se morían de ganas por saberlo.
Llegaron a una zona donde los árboles tenían troncos muy gruesos y estaban muy próximos al agua. Elena se separó de Tom y se apoyó en uno de esos grandes árboles. Tom la siguió y se dejó caer sobre otro tronco que estaba justo en frente de Elena. Aprovechando esos segundo de silencio, ella decidió ir directa al grano y preguntarle:
- Tom, ¿puedo hacerte una pregunta? -dijo muy segura de si misma.
- Claro. Dime.
- ¿Tienes novia?
Nada mas terminar la pregunta, ella se arrepintió de haberlo hecho de esa forma tan brusca, pero ya no podía hacer nada, solo esperar para ver que le contestaba. Deseaba con todas sus fuerzas que dijera que no…
- No.
- ¿No? -preguntó Elena un poco incrédula intentando disimular su alegría.
- Bueno, estuve con una chica, nada serio. Y hace bastante que no nos vemos.
Con estas palabras la alegría de Elena desapareció. ¿Acaso esperaba que un chico tan alto, guapo, simpático, agradable… no tuviera una chica esperándolo en su país? Aunque él había dicho que hacía mucho que no se veían y que no era nada serio. Eso significaba que no estaba con ella, que no era su novia. ¡Menudo lío se estaba haciendo!
- Entonces, eso significa que… bueno, puedes estar con quien quieras, ¿no? -ella estaba muy nerviosa y no logró disimularlo.
- Jaja. Si. Olvida lo que te he dicho antes, no tengo novia, tranquila -dijo eso con una sonrisa, dándose cuenta de lo nerviosa que estaba Elena.
- Ah, vale -ella no sabía que mas decir y dejó escapar un pequeña sonrisa.
- ¿Y tu? ¿Estás con alguien? -preguntó él con curiosidad.
Esa pregunta le pilló un poco de sorpresa. Ella quería decir que no, pero estaba con Hugo. No era nada serio, o por lo menos no lo fue en un principio, pero ya llevaban viéndose poco más de dos meses, y sus amigos les consideraban ya una pareja. Tal vez lo fueran y ella no se había dado cuenta. O tal vez sabía que eran pareja, pero no quería reconocerlo.
-¿Elena? -preguntó el un poco impaciente. Ella había estado demasiado tiempo pensando la respuesta. Pero no sirvió de nada, aún seguía sin saber que contestar.
- Umm.. No. Bueno, si.
- ¿Y eso qué significa? -dijo él un poco confundido.
- Pues que llevo viendo a un chico unas semanas, no es nada serio, pero no se…
- Oh. Entiendo -se le notaba en la voz lo desilusionado que estaba.
En realidad él no tenía motivos para desilusionarse ni enfadarse, como estaba empezando a hacer. Ella había sido completamente sincera con él, algo que él no estaba siendo con ella. La chica que mencionó antes, había sido su novia durante nueve meses y de forma bastante formal. Comenzaron a salir en agosto del año anterior, pero desde que Elena se puso en contacto con Tom en el mes de febrero, él fue distanciándose de ella, y a finales de mayo decidió dejarla. Fue entonces cuando decidió organizar ese viaje para reencontrarse con Elena y comprobar si seguían sintiendo algo el uno por el otro. Pero antes de viajar debería haberse asegurado de que ella no estaba con nadie, y así en el caso de que los dos siguieran sintiendo lo mismo pudieran estar juntos sin ningún impedimento. Había sido un despiste, un error que podría hacer mucho daño, sobre todo después de comprobar que seguía estando enamorado de ella.
Llegaron a una zona donde los árboles tenían troncos muy gruesos y estaban muy próximos al agua. Elena se separó de Tom y se apoyó en uno de esos grandes árboles. Tom la siguió y se dejó caer sobre otro tronco que estaba justo en frente de Elena. Aprovechando esos segundo de silencio, ella decidió ir directa al grano y preguntarle:
- Tom, ¿puedo hacerte una pregunta? -dijo muy segura de si misma.
- Claro. Dime.
- ¿Tienes novia?
Nada mas terminar la pregunta, ella se arrepintió de haberlo hecho de esa forma tan brusca, pero ya no podía hacer nada, solo esperar para ver que le contestaba. Deseaba con todas sus fuerzas que dijera que no…
- No.
- ¿No? -preguntó Elena un poco incrédula intentando disimular su alegría.
- Bueno, estuve con una chica, nada serio. Y hace bastante que no nos vemos.
Con estas palabras la alegría de Elena desapareció. ¿Acaso esperaba que un chico tan alto, guapo, simpático, agradable… no tuviera una chica esperándolo en su país? Aunque él había dicho que hacía mucho que no se veían y que no era nada serio. Eso significaba que no estaba con ella, que no era su novia. ¡Menudo lío se estaba haciendo!
- Entonces, eso significa que… bueno, puedes estar con quien quieras, ¿no? -ella estaba muy nerviosa y no logró disimularlo.
- Jaja. Si. Olvida lo que te he dicho antes, no tengo novia, tranquila -dijo eso con una sonrisa, dándose cuenta de lo nerviosa que estaba Elena.
- Ah, vale -ella no sabía que mas decir y dejó escapar un pequeña sonrisa.
- ¿Y tu? ¿Estás con alguien? -preguntó él con curiosidad.
Esa pregunta le pilló un poco de sorpresa. Ella quería decir que no, pero estaba con Hugo. No era nada serio, o por lo menos no lo fue en un principio, pero ya llevaban viéndose poco más de dos meses, y sus amigos les consideraban ya una pareja. Tal vez lo fueran y ella no se había dado cuenta. O tal vez sabía que eran pareja, pero no quería reconocerlo.
-¿Elena? -preguntó el un poco impaciente. Ella había estado demasiado tiempo pensando la respuesta. Pero no sirvió de nada, aún seguía sin saber que contestar.
- Umm.. No. Bueno, si.
- ¿Y eso qué significa? -dijo él un poco confundido.
- Pues que llevo viendo a un chico unas semanas, no es nada serio, pero no se…
- Oh. Entiendo -se le notaba en la voz lo desilusionado que estaba.
En realidad él no tenía motivos para desilusionarse ni enfadarse, como estaba empezando a hacer. Ella había sido completamente sincera con él, algo que él no estaba siendo con ella. La chica que mencionó antes, había sido su novia durante nueve meses y de forma bastante formal. Comenzaron a salir en agosto del año anterior, pero desde que Elena se puso en contacto con Tom en el mes de febrero, él fue distanciándose de ella, y a finales de mayo decidió dejarla. Fue entonces cuando decidió organizar ese viaje para reencontrarse con Elena y comprobar si seguían sintiendo algo el uno por el otro. Pero antes de viajar debería haberse asegurado de que ella no estaba con nadie, y así en el caso de que los dos siguieran sintiendo lo mismo pudieran estar juntos sin ningún impedimento. Había sido un despiste, un error que podría hacer mucho daño, sobre todo después de comprobar que seguía estando enamorado de ella.
martes, 17 de agosto de 2010
2. Continuar (Parte II)
La carretera por la que iban llevaba al pueblo de al lado, pero pronto se desviaron por un camino sin asfaltar. Elena había pasado por allí muchas veces, pero hacia tiempo que no lo hacía. Ella sabía perfectamente a donde llevaba, pero no estaba segura si quería ir.
Pasaron menos de diez minutos desde que se montaron en la moto, y ya habían llegado a su destino. Estaba bastante cerca. La luna brillaba con mucha intensidad e iluminaba todo el lago que se encontraba frente a ellos. Cuatro años atrás, ellos y sus amigos solían pasar mucho tiempo allí, sobre todo en verano. Acudían allí muchas tardes para bañarse en el lago de agua dulce y disfrutar del sol. También habían ido varias veces a la cabaña de los padres de Tom, en la zona opuesta a donde se encontraban ahora. Allí se habían celebrado muchos fiestas, como la fiesta de despedida que dieron para todos los amigos de la familia y a la que Elena también acudió.
Se bajaron de la moto y se quitaron los cascos, dejándolos en el suelo al lado de la rueda trasera. Tom se dirigió a Elena, le sonrió y la cogió de la mano. Sin decir nada, se acercaron a la orilla del lago y Tom se sentó en el suelo. Elena hizo lo mismo sin soltar su mano. En ese momento, Elena sintió como si los últimos cuatro años no hubieran pasado y que el chico que estaba sentado a su lado nunca se había ido. Tom comenzó a hablar y Elena volvió al presente.
- Creo que este es un buen sitio para hablar. Es tranquilo y no creo que venga mucha gente por aquí. Debemos aclarar varias cosas… ¿Qué opinas? -dijo con una voz seria.
Ella no sabía exactamente que decir. Tarde o temprano tendrían que aclarar las cosas, pero no estaba segura si quería hacerlo ahora. ¿No sería mejor disfrutar el momento?
- Creo que ha pasado mucho tiempo desde entonces. Algún día tendremos que aclararlo todo, pero no creo que debamos hacerlo ahora -dijo ella despacio, con la vista clavada en el lago.
- Bueno, como quieras -dijo mientras se acercó la mano de Elena a sus labios para darle un pequeño beso. Después soltó un silencioso suspiro.
Se produjo un silencio que ella no supo como interpretarlo, pero pronto Tom siguió hablando.
- No está mi abogado, pero creo que podré contestarte algunas preguntas que quieras hacerme -dijo mostrando un pequeña sonrisa mientras miraba a Elena. Ella también le sonrió.
- Vale, entonces dime por qué no me dijiste nada de que venias.
- No te dije nada porque no estaba totalmente seguro si podría venir. En vacaciones suelo trabajar, pero este verano he hecho una excepción y he decidido hacer un viajecito.
- Me parece una buena idea -dijo sonriéndole-. ¿Cuánto tiempo piensas estar aquí?
- Dos semanas. Tengo que volver para tocar con la banda, tenemos varios conciertos y así sacamos algo de dinero. Deberías vernos tocar algún día… te dedicaría una canción y todo, jaja.
- Muy tentador -y los dos comenzaron a reír.
Estuvieron un largo rato hablando de la familia de Tom, sobre todo de David. Elena no había perdido el contacto con él y estaba bastante informada de sus movimientos, pero aún así había cosas que no le había contado (por falta de tiempo o porque él las creyó irrelevantes) y ahora se estaba enterando gracias a Tom.
- ¿Te apetece dar un paseo? -le preguntó ella después de una larga charla.
- Vale, ¿y si nos damos un baño? -sugirió él señalando con la cabeza el lago.
- Yo no me voy a meter ahí de noche, ni hablar. Báñate tu si quieres… -dijo Elena con tono burlón.
- Podría cogerte y meterte en el agua… pero no quiero que cojas un constipado, así que mejor vamos a dar el paseo -dijo con su típico tono gracioso y pasándole el brazo derecho por los hombros a Elena. Ella lo agarró por la cintura y le sonrió.
Anduvieron los dos juntos por la orilla del lago. En un par de ocasiones, Tom bromeó con Elena empujándola como si fuera a meterla en el agua. Ninguno se había dado cuenta hasta ese momento de lo mucho que se habían echado de menos. Los dos estaban felices de la compañía del otro y sus silencios y miradas no habían perdido complicidad, a pesar del largo tiempo que habían pasado separados.
Pasaron menos de diez minutos desde que se montaron en la moto, y ya habían llegado a su destino. Estaba bastante cerca. La luna brillaba con mucha intensidad e iluminaba todo el lago que se encontraba frente a ellos. Cuatro años atrás, ellos y sus amigos solían pasar mucho tiempo allí, sobre todo en verano. Acudían allí muchas tardes para bañarse en el lago de agua dulce y disfrutar del sol. También habían ido varias veces a la cabaña de los padres de Tom, en la zona opuesta a donde se encontraban ahora. Allí se habían celebrado muchos fiestas, como la fiesta de despedida que dieron para todos los amigos de la familia y a la que Elena también acudió.
Se bajaron de la moto y se quitaron los cascos, dejándolos en el suelo al lado de la rueda trasera. Tom se dirigió a Elena, le sonrió y la cogió de la mano. Sin decir nada, se acercaron a la orilla del lago y Tom se sentó en el suelo. Elena hizo lo mismo sin soltar su mano. En ese momento, Elena sintió como si los últimos cuatro años no hubieran pasado y que el chico que estaba sentado a su lado nunca se había ido. Tom comenzó a hablar y Elena volvió al presente.
- Creo que este es un buen sitio para hablar. Es tranquilo y no creo que venga mucha gente por aquí. Debemos aclarar varias cosas… ¿Qué opinas? -dijo con una voz seria.
Ella no sabía exactamente que decir. Tarde o temprano tendrían que aclarar las cosas, pero no estaba segura si quería hacerlo ahora. ¿No sería mejor disfrutar el momento?
- Creo que ha pasado mucho tiempo desde entonces. Algún día tendremos que aclararlo todo, pero no creo que debamos hacerlo ahora -dijo ella despacio, con la vista clavada en el lago.
- Bueno, como quieras -dijo mientras se acercó la mano de Elena a sus labios para darle un pequeño beso. Después soltó un silencioso suspiro.
Se produjo un silencio que ella no supo como interpretarlo, pero pronto Tom siguió hablando.
- No está mi abogado, pero creo que podré contestarte algunas preguntas que quieras hacerme -dijo mostrando un pequeña sonrisa mientras miraba a Elena. Ella también le sonrió.
- Vale, entonces dime por qué no me dijiste nada de que venias.
- No te dije nada porque no estaba totalmente seguro si podría venir. En vacaciones suelo trabajar, pero este verano he hecho una excepción y he decidido hacer un viajecito.
- Me parece una buena idea -dijo sonriéndole-. ¿Cuánto tiempo piensas estar aquí?
- Dos semanas. Tengo que volver para tocar con la banda, tenemos varios conciertos y así sacamos algo de dinero. Deberías vernos tocar algún día… te dedicaría una canción y todo, jaja.
- Muy tentador -y los dos comenzaron a reír.
Estuvieron un largo rato hablando de la familia de Tom, sobre todo de David. Elena no había perdido el contacto con él y estaba bastante informada de sus movimientos, pero aún así había cosas que no le había contado (por falta de tiempo o porque él las creyó irrelevantes) y ahora se estaba enterando gracias a Tom.
- ¿Te apetece dar un paseo? -le preguntó ella después de una larga charla.
- Vale, ¿y si nos damos un baño? -sugirió él señalando con la cabeza el lago.
- Yo no me voy a meter ahí de noche, ni hablar. Báñate tu si quieres… -dijo Elena con tono burlón.
- Podría cogerte y meterte en el agua… pero no quiero que cojas un constipado, así que mejor vamos a dar el paseo -dijo con su típico tono gracioso y pasándole el brazo derecho por los hombros a Elena. Ella lo agarró por la cintura y le sonrió.
Anduvieron los dos juntos por la orilla del lago. En un par de ocasiones, Tom bromeó con Elena empujándola como si fuera a meterla en el agua. Ninguno se había dado cuenta hasta ese momento de lo mucho que se habían echado de menos. Los dos estaban felices de la compañía del otro y sus silencios y miradas no habían perdido complicidad, a pesar del largo tiempo que habían pasado separados.
miércoles, 11 de agosto de 2010
2. Continuar (parte I)
Durante el concierto, Ana y Elena se encontraron con su grupo habitual de amigos. Todos bailaron y saltaron disfrutando del buen ambiente que había. Ellas no hablaron en ningún momento de Tom, pero Elena no se lo podía quitar de la cabeza. Cada dos por tres miraba por encima de las cabezas de los que la rodeaban para ver si él estaba por allí. En dos ocasiones tuvo suerte y pudo verlo: en la primera estaba con sus amigos bebiendo una copa y charlando sin más, y en la segunda vio como hablaba con una chica de algo que parecía bastante gracioso. ¿Quién era esa chica? Nunca la había visto por allí. ¿Se estaba puniendo celosa? ¿Cómo era posible después de tanto tiempo? ¿Cómo era posible estar celosa si ella tenía pareja? Bueno, no era exactamente una relación formal, pero si estaba con Hugo era porque le gustaba. ¿Tendría Tom pareja en su país y no se lo había contado? Entonces, ¿qué hacia con esa chica? Finalmente dio un descanso a su cabeza y decidió disfrutar de lo que quedaba del concierto. Ya tendría tiempo de pensar en todo eso más tarde. Pero le fue imposible olvidarse de él tan fácilmente, entre otras cosas porque cuando a penas pasaron diez minutos él apareció entre la multitud con dos copas en la mano.
- Hola -dijo con su blanca sonrisa y le ofreció uno de los vasos que llevaba en la mano.
- Gracias -dijo Elena aceptándolo-. ¿Qué te parece el concierto?
- Pues no esta mal. Aunque creo que está siendo demasiado largo. ¿Qué opinas tú? -dijo levantando una ceja. Esos pequeños gestos eran los que a Elena le arrancaba una sonrisa, aun cuando ella no estaba dispuesta a hacerlo.
- Pues si, un poco. Espero que los conciertos de tu grupo sean mejores, porque estás siendo muy duro con él -dijo Elena dirigiendo su vista hacia el escenario.
- Bueno, mejor me callo. Jaja. ¿Te apetece salir fuera? Ya queda poco y luego todo el mundo quiere salir a la vez, Será agobiante.
- Vale, me parece buena idea. Espera un segundo…
Elena buscó con la mirado a su grupo de amigos, en especial a Ana. Estaban un poco retirados, pero consiguió distinguir a su amiga. No le llevó mucho tiempo lograr que ella la mirase, ya que al parecer Ana llevaba bastante tiempo con la vista encima de ellos. Estaba mirando con una sonrisa pícara. Elena le dijo adiós con la mano y se dirigió de nuevo hacia Tom. Él le sonrió (cada vez que lo hacía Elena sentía un pequeño cosquilleo en su estómago) y la cogió de la mano para dirigirse a la salida (ahora el cosquilleo era aún más fuerte, y se había extendido a todas las partes de su cuerpo).
El camino hacia la salida fue complicado: empujones, pisadas, bebidas que salían de los vasos… Pero con Tom cogido de su mano fue más llevadero.
En la puerta seguía habiendo mucha gente, por lo que él decidió guiarla hasta un lugar más tranquilo. Se detuvieron en una calle cercana, donde la gente estaba más tranquila. Se dirigieron a un banco que estaba a unos pocos pasos y cuando se sentaron, Tom soltó la mano de Elena y empezó a hablar.
- Es casi media noche. ¿Tienes algo planeado con tus amigos?
- Pensábamos ir a tomar algo a un bar. Si te apetece puedes venir.
- Es el mismo plan que tienen mis amigos, jaja. ¿Te apetecería hacer algo diferente?
Los ojos de Elena se encontraron con los de él. Esos ojos verdosos la miraban con dulzura. No pudo resistirse a esa mirada y aceptó con un leve movimiento de cabeza, dejando escapar una pequeña sonrisa de su boca. Entonces Tom se puso de pie, la cogió otra vez de la mano y comenzaron a andar por la calle. Ella le preguntó varias veces que donde irían y él siempre le contestaba lo mismo “confía en mi”. Elena desistió y no volvió a preguntar nada. Llegaron a una calle donde había varios coches y motos aparcadas. Se acercaron a una de ellas, Tom se montó y la arrancó.
- Sube -le dijo él a Elena.
- ¿Sin cascos ni nada? Ni hablar…
- Venga, pero si no vamos lejos.
- No.
- Bueno -dijo apagando el motor-. Tendremos que esperar a que llegue Mike. Todos los cascos están en su coche.
- Pues entonces esperaremos.
- Está bien. Le mandare un mensaje para que se de prisa. No merece la pena llamarlo, con el ruido que hay ahí dentro…
Mientras Tom escribía el mensaje, el móvil de Elena comenzó a sonar. Era Hugo. Se había olvidado completamente de él. Menos mal que no estaba esa noche en la ciudad. Había ido a visitar a unos amigos. ¿Debería cogerlo o no? ¿Qué iba a decirle? Se alejó un poco de Tom. Improvisaría…
- ¿Diga?
- Hola, ¿dónde estás?
- Pues… he salido ahora mismo del concierto, necesitaba tomar algo de aire. ¿Y tú?
- Yo en la casa de Antonio. Vamos a salir dentro de unos minutos y he pensado en llamarte para ver que tal todo.
- Muy bien, el concierto a estada bien. Ahora iremos a tomar algo… como siempre. Oye, te tengo que dejar. Ya hablamos mañana, ¿vale? Que te diviertas -era la forma rápida de acabar una conversación.
- Lo mismo te digo. Un beso.
Y los dos colgaron. Tom tenía el móvil en la mano y la miraba apoyado en la moto. Ella se preguntaba si debería mencionar a Hugo o no. Finalmente, decidió no hablar de él. Se acercó a Tom sonriendo. Estaba un poco nerviosa. Pero él se lo puso fácil. No hizo ninguna pregunta sobre la llamada y comenzó a hablar de forma despreocupada. Eso era una de las muchas cosas que le gustaba de él.
- Al final no vamos a poder aprovechar el tiempo, solo porque no quieres despeinarte… -dijo en su particular tono burlón.
- No es por eso. Imagina que nos pare la policía, o peor… que tengamos un accidente.
- Vale, me has convencido -dijo puniendo los ojos en blanco-. Mike me ha llamado, dice que ya vienen.
- Perfecto. Así no perderemos tanto tiempo -dijo mirando desafiante a Tom, al mismo tiempo que se apoyaba en otra moto que estaba al lado de él.
- Da gracias a que soy el mejor. No se que harías esta noche sin mi… jaja.
- ¿Perdona? Te has vuelto un creído, que lo sepas -dijo ella un poco seria, pero no pudo guardar la risa. Los dos empezaron reír como niños. Después, Elena se lanzó a preguntar algo que le había estado rondando la cabeza toda la noche-. Dime, ¿por qué no me dijiste que vendrías? Estuvimos hablando hace poco…
- No pienso contestar a ninguna pregunta sin la presencia de mi abogado -y otra vez empezaron a reír.
A partir de ese momento no hablaron de nada serio y se reían por cualquier tontería. Mike no tardó mucho en llegar, abrió su coche y le dio a Tom dos cascos: uno era el suyo, y el otro de Peter. Por lo que pudo entender (todos ellos hablaban en inglés), Peter se iría en el coche con Mike y le dejaría su moto a Tom. Varios chicos, a muchos de ellos no los había visto en el concierto, comenzaron a irse en sus motos. Elena se puso el casco que le dio Tom y se montó con él en la moto. Los dos se despidieron con la mano de los chicos que quedaban allí, y se fueron.
Tom conducía mejor ahora que cuatro años atrás. Elena recordaba como Tom la llevó en varias ocasiones a su casa, con la moto que le habían regalado sus padres por su dieciséis cumpleaños. La antigua moto no alcanzaba una velocidad muy alta, pero en la que iban ahora sí. Desde entonces habían cambiado muchas cosas, demasiadas.
- Hola -dijo con su blanca sonrisa y le ofreció uno de los vasos que llevaba en la mano.
- Gracias -dijo Elena aceptándolo-. ¿Qué te parece el concierto?
- Pues no esta mal. Aunque creo que está siendo demasiado largo. ¿Qué opinas tú? -dijo levantando una ceja. Esos pequeños gestos eran los que a Elena le arrancaba una sonrisa, aun cuando ella no estaba dispuesta a hacerlo.
- Pues si, un poco. Espero que los conciertos de tu grupo sean mejores, porque estás siendo muy duro con él -dijo Elena dirigiendo su vista hacia el escenario.
- Bueno, mejor me callo. Jaja. ¿Te apetece salir fuera? Ya queda poco y luego todo el mundo quiere salir a la vez, Será agobiante.
- Vale, me parece buena idea. Espera un segundo…
Elena buscó con la mirado a su grupo de amigos, en especial a Ana. Estaban un poco retirados, pero consiguió distinguir a su amiga. No le llevó mucho tiempo lograr que ella la mirase, ya que al parecer Ana llevaba bastante tiempo con la vista encima de ellos. Estaba mirando con una sonrisa pícara. Elena le dijo adiós con la mano y se dirigió de nuevo hacia Tom. Él le sonrió (cada vez que lo hacía Elena sentía un pequeño cosquilleo en su estómago) y la cogió de la mano para dirigirse a la salida (ahora el cosquilleo era aún más fuerte, y se había extendido a todas las partes de su cuerpo).
El camino hacia la salida fue complicado: empujones, pisadas, bebidas que salían de los vasos… Pero con Tom cogido de su mano fue más llevadero.
En la puerta seguía habiendo mucha gente, por lo que él decidió guiarla hasta un lugar más tranquilo. Se detuvieron en una calle cercana, donde la gente estaba más tranquila. Se dirigieron a un banco que estaba a unos pocos pasos y cuando se sentaron, Tom soltó la mano de Elena y empezó a hablar.
- Es casi media noche. ¿Tienes algo planeado con tus amigos?
- Pensábamos ir a tomar algo a un bar. Si te apetece puedes venir.
- Es el mismo plan que tienen mis amigos, jaja. ¿Te apetecería hacer algo diferente?
Los ojos de Elena se encontraron con los de él. Esos ojos verdosos la miraban con dulzura. No pudo resistirse a esa mirada y aceptó con un leve movimiento de cabeza, dejando escapar una pequeña sonrisa de su boca. Entonces Tom se puso de pie, la cogió otra vez de la mano y comenzaron a andar por la calle. Ella le preguntó varias veces que donde irían y él siempre le contestaba lo mismo “confía en mi”. Elena desistió y no volvió a preguntar nada. Llegaron a una calle donde había varios coches y motos aparcadas. Se acercaron a una de ellas, Tom se montó y la arrancó.
- Sube -le dijo él a Elena.
- ¿Sin cascos ni nada? Ni hablar…
- Venga, pero si no vamos lejos.
- No.
- Bueno -dijo apagando el motor-. Tendremos que esperar a que llegue Mike. Todos los cascos están en su coche.
- Pues entonces esperaremos.
- Está bien. Le mandare un mensaje para que se de prisa. No merece la pena llamarlo, con el ruido que hay ahí dentro…
Mientras Tom escribía el mensaje, el móvil de Elena comenzó a sonar. Era Hugo. Se había olvidado completamente de él. Menos mal que no estaba esa noche en la ciudad. Había ido a visitar a unos amigos. ¿Debería cogerlo o no? ¿Qué iba a decirle? Se alejó un poco de Tom. Improvisaría…
- ¿Diga?
- Hola, ¿dónde estás?
- Pues… he salido ahora mismo del concierto, necesitaba tomar algo de aire. ¿Y tú?
- Yo en la casa de Antonio. Vamos a salir dentro de unos minutos y he pensado en llamarte para ver que tal todo.
- Muy bien, el concierto a estada bien. Ahora iremos a tomar algo… como siempre. Oye, te tengo que dejar. Ya hablamos mañana, ¿vale? Que te diviertas -era la forma rápida de acabar una conversación.
- Lo mismo te digo. Un beso.
Y los dos colgaron. Tom tenía el móvil en la mano y la miraba apoyado en la moto. Ella se preguntaba si debería mencionar a Hugo o no. Finalmente, decidió no hablar de él. Se acercó a Tom sonriendo. Estaba un poco nerviosa. Pero él se lo puso fácil. No hizo ninguna pregunta sobre la llamada y comenzó a hablar de forma despreocupada. Eso era una de las muchas cosas que le gustaba de él.
- Al final no vamos a poder aprovechar el tiempo, solo porque no quieres despeinarte… -dijo en su particular tono burlón.
- No es por eso. Imagina que nos pare la policía, o peor… que tengamos un accidente.
- Vale, me has convencido -dijo puniendo los ojos en blanco-. Mike me ha llamado, dice que ya vienen.
- Perfecto. Así no perderemos tanto tiempo -dijo mirando desafiante a Tom, al mismo tiempo que se apoyaba en otra moto que estaba al lado de él.
- Da gracias a que soy el mejor. No se que harías esta noche sin mi… jaja.
- ¿Perdona? Te has vuelto un creído, que lo sepas -dijo ella un poco seria, pero no pudo guardar la risa. Los dos empezaron reír como niños. Después, Elena se lanzó a preguntar algo que le había estado rondando la cabeza toda la noche-. Dime, ¿por qué no me dijiste que vendrías? Estuvimos hablando hace poco…
- No pienso contestar a ninguna pregunta sin la presencia de mi abogado -y otra vez empezaron a reír.
A partir de ese momento no hablaron de nada serio y se reían por cualquier tontería. Mike no tardó mucho en llegar, abrió su coche y le dio a Tom dos cascos: uno era el suyo, y el otro de Peter. Por lo que pudo entender (todos ellos hablaban en inglés), Peter se iría en el coche con Mike y le dejaría su moto a Tom. Varios chicos, a muchos de ellos no los había visto en el concierto, comenzaron a irse en sus motos. Elena se puso el casco que le dio Tom y se montó con él en la moto. Los dos se despidieron con la mano de los chicos que quedaban allí, y se fueron.
Tom conducía mejor ahora que cuatro años atrás. Elena recordaba como Tom la llevó en varias ocasiones a su casa, con la moto que le habían regalado sus padres por su dieciséis cumpleaños. La antigua moto no alcanzaba una velocidad muy alta, pero en la que iban ahora sí. Desde entonces habían cambiado muchas cosas, demasiadas.
miércoles, 4 de agosto de 2010
1. Regresar (Parte III)
- Tom White -respondió una voz grave con un marcado acento inglés. Elena recordaba la voz de Tom, pero en estos años le había cambiado bastante.
- Hola… ¿Tom? -se sintió realmente estúpida haciendo esta pregunta. ¡Pero si lo primero que había dicho era su nombre!
- Si, ¿quién es? -preguntó él un poco confundido. Tampoco había reconocido la voz de Elena.
- Esto… soy Elena -se quedó en blanco sin saber que más decir.
Durante unos segundos se produjo un silencio muy incómodo, pero Tom se decidió a hablar.
- Hola Elena… ¿cómo estas? No te había reconocido… -parecía algo nervioso.
- Muy bien… Hace mucho tiempo que no hablamos… Pensé que sería buena idea hablar de nuevo. David me ha contado algunas cosillas, pero me apetecía hablar contigo -ella no sabía para qué había dicho esto último.
- Si, la verdad es que hace mucho tiempo. Yo también había pensado en llamarte, pero no sabía si… bueno… si querrías hablar conmigo.
En ese momento Tom se había puesto completamente rojo y a Elena se le escapaba una pequeña sonrisa. Volvió a aparecer unos segundos de silencio, pero esta vez no era incómodo, al contrario, ambos agradecieron que se produjera para poder pensar que decir. Elena no quería hablar del pasado y decidió preguntarle cosas de su vida actual.
- No pasa nada. ¿Sigues estudiando o estas trabajando?
- Sigo estudiando, voy a la facultad de económicas. Pero ahora en navidad trabajo en un pequeño pub. Así consigo algo de dinero. ¿Y tú? ¿Qué estas haciendo?
- ¡Qué bien! Pues yo estoy haciendo mi segundo año en la universidad.
- Muy bien. Cambié mi dirección de e-mail, si quieres puedo darte la nueva y así poder hablar más a menudo, las llamadas internacionales cuestan una pasta -dijo Tom con su tono burlón de siempre.
- Me parece bien idea, yo sigo con la misma.
- Entonces no te preocupes, yo te escribiré un correo cuando tenga algo de tiempo. Ahora tengo algunas cosas que hacer, lo siento. Me ha gustado hablar contigo -se le notaba en la voz que no quería abandonar esa conversación.
- Amm… vale… entonces ya hablaremos otro día -Elena se quedó un poco confundida por esa forma tan rápida de acabar la conversación después de haber estado tres años sin hablar el uno con el otro.
- Adiós.
- Adiós -y ambos colgaron.
Elena se dirigió al sofá y llamó por teléfono a su amiga Ana la conversación que había tenido con Tom. Estaba realmente contenta. Ana se quedó un poco sorprendida al saberlo. Siempre había sido ella la chica lanzada, mientras que Elena en muy pocas ocasiones había dado un paso tan atrevido como el que había dado hacía a penas cinco minutos.
Tom, nada más dejar el teléfono en su sitio, se dirigió a su ordenador para entrar en su cuenta de correo y agregar a Elena. Nunca había olvidado su dirección de correo. Cuando terminó apagó el ordenador, cogió el móvil y sus llaves y salió de casa. En la puerta lo esperaba una joven chica rubia, la cual lo recibió con un beso en los labios.
Después de esta conversación siguieron en contacto. Hablaban de sus proyectos de futuro, de sus estudios, del grupo en el que tocaba él… pero nunca hablaban del pasado. Tampoco Tom había mencionado en ninguna de estas conversaciones el viaje que tenía planeado hacer ese verano a la ciudad de Elena. Él quería esperar por si no resultaba todo como estaba previsto. No quería que Elena se llevase otra desilusión y que fuese otra vez por su culpa.
Pero al final todo resultó como estaba previsto. Tom estaba en la ciudad de Elena, en la ciudad en la que él había estado viviendo durante ocho años y que abandonó casi cuatro años atrás. Ahora estaba aquí y tenía dos semanas para amarrar algunos cabos sueltos que dejó con su marcha. Y lo más importante… ya se había encontrado con Elena.
- Hola… ¿Tom? -se sintió realmente estúpida haciendo esta pregunta. ¡Pero si lo primero que había dicho era su nombre!
- Si, ¿quién es? -preguntó él un poco confundido. Tampoco había reconocido la voz de Elena.
- Esto… soy Elena -se quedó en blanco sin saber que más decir.
Durante unos segundos se produjo un silencio muy incómodo, pero Tom se decidió a hablar.
- Hola Elena… ¿cómo estas? No te había reconocido… -parecía algo nervioso.
- Muy bien… Hace mucho tiempo que no hablamos… Pensé que sería buena idea hablar de nuevo. David me ha contado algunas cosillas, pero me apetecía hablar contigo -ella no sabía para qué había dicho esto último.
- Si, la verdad es que hace mucho tiempo. Yo también había pensado en llamarte, pero no sabía si… bueno… si querrías hablar conmigo.
En ese momento Tom se había puesto completamente rojo y a Elena se le escapaba una pequeña sonrisa. Volvió a aparecer unos segundos de silencio, pero esta vez no era incómodo, al contrario, ambos agradecieron que se produjera para poder pensar que decir. Elena no quería hablar del pasado y decidió preguntarle cosas de su vida actual.
- No pasa nada. ¿Sigues estudiando o estas trabajando?
- Sigo estudiando, voy a la facultad de económicas. Pero ahora en navidad trabajo en un pequeño pub. Así consigo algo de dinero. ¿Y tú? ¿Qué estas haciendo?
- ¡Qué bien! Pues yo estoy haciendo mi segundo año en la universidad.
- Muy bien. Cambié mi dirección de e-mail, si quieres puedo darte la nueva y así poder hablar más a menudo, las llamadas internacionales cuestan una pasta -dijo Tom con su tono burlón de siempre.
- Me parece bien idea, yo sigo con la misma.
- Entonces no te preocupes, yo te escribiré un correo cuando tenga algo de tiempo. Ahora tengo algunas cosas que hacer, lo siento. Me ha gustado hablar contigo -se le notaba en la voz que no quería abandonar esa conversación.
- Amm… vale… entonces ya hablaremos otro día -Elena se quedó un poco confundida por esa forma tan rápida de acabar la conversación después de haber estado tres años sin hablar el uno con el otro.
- Adiós.
- Adiós -y ambos colgaron.
Elena se dirigió al sofá y llamó por teléfono a su amiga Ana la conversación que había tenido con Tom. Estaba realmente contenta. Ana se quedó un poco sorprendida al saberlo. Siempre había sido ella la chica lanzada, mientras que Elena en muy pocas ocasiones había dado un paso tan atrevido como el que había dado hacía a penas cinco minutos.
Tom, nada más dejar el teléfono en su sitio, se dirigió a su ordenador para entrar en su cuenta de correo y agregar a Elena. Nunca había olvidado su dirección de correo. Cuando terminó apagó el ordenador, cogió el móvil y sus llaves y salió de casa. En la puerta lo esperaba una joven chica rubia, la cual lo recibió con un beso en los labios.
Después de esta conversación siguieron en contacto. Hablaban de sus proyectos de futuro, de sus estudios, del grupo en el que tocaba él… pero nunca hablaban del pasado. Tampoco Tom había mencionado en ninguna de estas conversaciones el viaje que tenía planeado hacer ese verano a la ciudad de Elena. Él quería esperar por si no resultaba todo como estaba previsto. No quería que Elena se llevase otra desilusión y que fuese otra vez por su culpa.
Pero al final todo resultó como estaba previsto. Tom estaba en la ciudad de Elena, en la ciudad en la que él había estado viviendo durante ocho años y que abandonó casi cuatro años atrás. Ahora estaba aquí y tenía dos semanas para amarrar algunos cabos sueltos que dejó con su marcha. Y lo más importante… ya se había encontrado con Elena.
miércoles, 28 de julio de 2010
1. Regresar (Parte II)
A esta chica Tom la conocía desde que llegó a la ciudad, pero nunca habían tenido una relación de amistad, como por ejemplo tenía esta chica con David, el hermano de Tom. En ocasiones David y ella se habían peleado, pero siempre acababan haciendo las paces. Esto era algo normal, ya que sus caracteres eran muy parecidos y ambos eran igual de testarudos. Cuando creció ella era una chica alegre, divertida, simpática, sabía escuchar y estaba dispuesta a ayudar a quien lo necesitara. Tom y ella no solían verse mucho, pero cuando coincidían en la calle, en casa de Tom cuando David la invitaba, en alguna fiesta o de camino al instituto, él disfrutaba de su compañía porque siempre tenía algo que contar, siempre sonreía y aunque los dos estuviesen callados ese silencio era agradable simplemente porque estaba ella, Elena.
Los dos eran conscientes de que se sentían bien el uno con el otro, por lo que se fueron conociendo mejor, quedaban a menudo para salir o tomar algo y comenzó a surgir una bonita amistad. Ese pequeño sentimiento inicial que comenzó como simpatía y evolucionó a amistad, con el tiempo llegaría a convertirse en algo más. Tom con dieciocho años recién cumplidos y ella con diecisiete. Los dos sabían perfectamente que estaba pasando. Conocían ese sentimiento, esa atracción tan fuerte que sentía él por ella y ella por él. Los dos deseaban estar juntos, pero a los dos les daba miedo dar el primer paso por temor a que no funcionase, o a que esa bonita amistad que habían conseguido con el tiempo se acabara por una tontería.
Al terminar el verano, él decidió dar ese primer paso. Después de estar casi todo el verano juntos, una noche aún calurosa él fue a buscarla al final de la calle donde ella vivía, como de costumbre. Habían quedado con unos amigos para ir al cine, pero aún era pronto. Cuando ella llegó se dirigieron al lugar donde habían quedado con los demás. En ese pequeño recorrido Tom llegó a la conclusión de que era la ocasión perfecta para decirle lo que sentía por ella. Fue pensando en todo lo que iba a decirle mientras que ella le contaba lo que había estado haciendo a lo largo del día. Pero en realidad no le sirvió de nada. Cuando llegó el momento se puso tan nervioso que le fue imposible recordar todo lo que tenía que decir. Sintió como un sudor frío le recorría la espalda, pero eso no le impidió comenzar la improvisación. Cuando ella hizo una pausa en su largo monólogo, él le dijo que tenía algo que decirle y que era muy importante para él. Elena al principio se preocupó, pero cuando se encontró con su mirada supo inmediatamente de que iba el tema. En ese momento ella sonrió y él sin dar más rodeos la cogió de la mano, se acercó lentamente a sus labios y cuando estaban a escasos centímetros él le preguntó: ¿Me quieres como yo te quiero a ti? En ese momento ella sonrió, como era habitual, y en forma de respuesta le preguntó: ¿Tú qué crees? Y después de esto ella se lanzó en darle un beso. Fue suave, lento, dulce… Un primer beso que ahora, él con veintidós y ella con veintiuno, no habían conseguido olvidar.
Después de este episodio, la pareja vivió grandes momentos juntos, momentos que les hicieron inmensamente felices. Pero esta felicidad a penas duró dos meses. A finales de noviembre, la familia de Tom tomó la decisión de regresar a su país. Justo cuando Tom lo había conseguido todo para ser feliz. Pero la marcha fue inevitable y a finales de diciembre la familia abandonó la ciudad. Él se sentía culpable por hacer sufrir a Elena. Ella se sentía culpable por hacer sufrir a Tom, y ambos decidieron no seguir en contacto para que esas heridas que los dos tenían comenzaran a cicatrizar. Fui una decisión dura, pero pensaron que era la más acertada.
Elena nunca perdió el contacto con David. Él le contaba como su hermano poco a poco lo iba superando, perdonaba a sus padres (los había culpado por el traslado) y se perdonaba a si mismo. Por el contrario, Tom nunca le había preguntado a su hermano por Elena. Solo pensar en ella le hacia sufrir y no era precisamente lo más correcto cuando estaba dispuesto a superarlo.
Pasaron tres años desde esa dolorosa despedida. Elena se armó de valor y lo llamó (aún conservaba su número de teléfono), sin saber que encontraría como respuesta.
Los dos eran conscientes de que se sentían bien el uno con el otro, por lo que se fueron conociendo mejor, quedaban a menudo para salir o tomar algo y comenzó a surgir una bonita amistad. Ese pequeño sentimiento inicial que comenzó como simpatía y evolucionó a amistad, con el tiempo llegaría a convertirse en algo más. Tom con dieciocho años recién cumplidos y ella con diecisiete. Los dos sabían perfectamente que estaba pasando. Conocían ese sentimiento, esa atracción tan fuerte que sentía él por ella y ella por él. Los dos deseaban estar juntos, pero a los dos les daba miedo dar el primer paso por temor a que no funcionase, o a que esa bonita amistad que habían conseguido con el tiempo se acabara por una tontería.
Al terminar el verano, él decidió dar ese primer paso. Después de estar casi todo el verano juntos, una noche aún calurosa él fue a buscarla al final de la calle donde ella vivía, como de costumbre. Habían quedado con unos amigos para ir al cine, pero aún era pronto. Cuando ella llegó se dirigieron al lugar donde habían quedado con los demás. En ese pequeño recorrido Tom llegó a la conclusión de que era la ocasión perfecta para decirle lo que sentía por ella. Fue pensando en todo lo que iba a decirle mientras que ella le contaba lo que había estado haciendo a lo largo del día. Pero en realidad no le sirvió de nada. Cuando llegó el momento se puso tan nervioso que le fue imposible recordar todo lo que tenía que decir. Sintió como un sudor frío le recorría la espalda, pero eso no le impidió comenzar la improvisación. Cuando ella hizo una pausa en su largo monólogo, él le dijo que tenía algo que decirle y que era muy importante para él. Elena al principio se preocupó, pero cuando se encontró con su mirada supo inmediatamente de que iba el tema. En ese momento ella sonrió y él sin dar más rodeos la cogió de la mano, se acercó lentamente a sus labios y cuando estaban a escasos centímetros él le preguntó: ¿Me quieres como yo te quiero a ti? En ese momento ella sonrió, como era habitual, y en forma de respuesta le preguntó: ¿Tú qué crees? Y después de esto ella se lanzó en darle un beso. Fue suave, lento, dulce… Un primer beso que ahora, él con veintidós y ella con veintiuno, no habían conseguido olvidar.
Después de este episodio, la pareja vivió grandes momentos juntos, momentos que les hicieron inmensamente felices. Pero esta felicidad a penas duró dos meses. A finales de noviembre, la familia de Tom tomó la decisión de regresar a su país. Justo cuando Tom lo había conseguido todo para ser feliz. Pero la marcha fue inevitable y a finales de diciembre la familia abandonó la ciudad. Él se sentía culpable por hacer sufrir a Elena. Ella se sentía culpable por hacer sufrir a Tom, y ambos decidieron no seguir en contacto para que esas heridas que los dos tenían comenzaran a cicatrizar. Fui una decisión dura, pero pensaron que era la más acertada.
Elena nunca perdió el contacto con David. Él le contaba como su hermano poco a poco lo iba superando, perdonaba a sus padres (los había culpado por el traslado) y se perdonaba a si mismo. Por el contrario, Tom nunca le había preguntado a su hermano por Elena. Solo pensar en ella le hacia sufrir y no era precisamente lo más correcto cuando estaba dispuesto a superarlo.
Pasaron tres años desde esa dolorosa despedida. Elena se armó de valor y lo llamó (aún conservaba su número de teléfono), sin saber que encontraría como respuesta.
miércoles, 21 de julio de 2010
1. Regresar (Parte I)
A Elena y Ana se les había hecho un poco tarde y tendrían que correr si querían ver la actuación desde un buen sitio. El cantante no era muy reconocido, pero tenía buena voz y la entrada era libre. Comenzaron a correr y al cabo de cinco minutos Elena estaba agotada, pero Ana lo estaba aún más, solo había que verle la cara. Cuando doblaron la esquina que les llevaría al recinto pudieron ver que había mucha gente, pero no era tan agobiante como lo había sido en otras ocasiones. Se fueron acercando a la entrada con más calma y así poder recuperar el aire que habían perdido por el camino. Aún no había empezado. Las dos amigas avanzaban despacio y cuando estaban a escasos cuatro metros de la puerta Elena miro hacia su derecha y pudo ver un rostro conocido. No sabía exactamente a quien pertenecía hasta que sus miradas se cruzaron. Elena reconoció de inmediato esa mirada penetrante que no veía desde hacía cuatro años. Se acercó a él sin pensarlo con una sonrisa en su boca. Él la esperaba también sonriendo y sin dejar de mirarla. Se dieron un corto abrazo seguido de dos besos. Siguieron sonriendo y mirándose sin decir nada durante unos segundos, hasta que Elena decidió hablar con una voz entrecortada por la sorpresa de volver a verlo.
- ¡Qué sorpresa! ¡Cuánto tiempo! ¿Cuándo has venido?- preguntó Elena sin dejar de sonreír.
- Si, hace tiempo que no nos veíamos… casi cuatro años- su mirada adquirió un tono melancólico al pronunciar estas palabras-. Llegué anoche. Estoy pasando unos días con unos amigos. ¿Te acuerdas de ellos?- preguntó dirigiendo su mirada a dos chicos que estaban accediendo al recinto.
- Sí, sí… me acuerdo de ellos. Los he visto más a menudo que a ti.
- Jeje… Claro, ellos viven en el pueblo de al lado, yo a más de mil kilómetros de aquí- dijo en tono burlón.
- Tienes razón. Me está esperando Ana- dijo Elena mirando hacia su amiga que parecía confundida mirando hacia ellos-. ¿Nos vemos luego?
- Por supuesto. ¿Tienes algo que hacer después del concierto?
- No, nada.
- Perfecto- y comenzó a alejarse en dirección a la entrada, sonriendo en todo momento.
Elena aún no había asimilado lo que acababa de ocurrir. Miró a su amiga y le dijo con la mano que se acercara. Ana extrañada le hizo caso y aún no había dejado de andar cuando preguntó que quién era ese chico. Elena no pudo disimular delante de su amiga lo contenta que estaba. Sus ojos brillaban, se estaba conteniendo para no dar saltitos de alegría y no tenía voz para explicarle nada a su amiga. Solo pudo pronunciar una palabra: Tom. Entonces Ana lo comprendió todo…
Tom había llegado a esa pequeña ciudad doce años atrás con su familia, cuando él solo tenía diez años. Tenía dos hermanos pequeños, un hermano con ocho años y una hermana con tres. Los tres hermanos se adaptaron rápidamente a las costumbres del nuevo país. Tom aprendió español fácilmente y tenía unas notas muy buenas, pero su timidez no puso nada fácil que hiciera nuevos amigos. Se llevaba bien con todos los chicos y chicas de su edad pero a ninguno se le podía considerar su “mejor” amigo. Era un chico solitario y gran apasionado de la música.
Pasaron los años y poco a poco Tom fue superando su timidez, salía con amigos a menudo y dejó de ser un chico solitario, aunque nunca abandonó la música. Hasta este momento todo iba bien, pero a los pocos meses de haber cumplido los dieciocho sus padres decidieron regresar a su país de origen por distintos motivos. Esto fue un cambio aún peor que cuando se mudaron por primera vez. Ahora él estaba totalmente adaptado, pensaba seguir estudiando en este país, aquí estaban sus amigos y aquí también se quedaba la chica de la que estaba enamorado.
- ¡Qué sorpresa! ¡Cuánto tiempo! ¿Cuándo has venido?- preguntó Elena sin dejar de sonreír.
- Si, hace tiempo que no nos veíamos… casi cuatro años- su mirada adquirió un tono melancólico al pronunciar estas palabras-. Llegué anoche. Estoy pasando unos días con unos amigos. ¿Te acuerdas de ellos?- preguntó dirigiendo su mirada a dos chicos que estaban accediendo al recinto.
- Sí, sí… me acuerdo de ellos. Los he visto más a menudo que a ti.
- Jeje… Claro, ellos viven en el pueblo de al lado, yo a más de mil kilómetros de aquí- dijo en tono burlón.
- Tienes razón. Me está esperando Ana- dijo Elena mirando hacia su amiga que parecía confundida mirando hacia ellos-. ¿Nos vemos luego?
- Por supuesto. ¿Tienes algo que hacer después del concierto?
- No, nada.
- Perfecto- y comenzó a alejarse en dirección a la entrada, sonriendo en todo momento.
Elena aún no había asimilado lo que acababa de ocurrir. Miró a su amiga y le dijo con la mano que se acercara. Ana extrañada le hizo caso y aún no había dejado de andar cuando preguntó que quién era ese chico. Elena no pudo disimular delante de su amiga lo contenta que estaba. Sus ojos brillaban, se estaba conteniendo para no dar saltitos de alegría y no tenía voz para explicarle nada a su amiga. Solo pudo pronunciar una palabra: Tom. Entonces Ana lo comprendió todo…
Tom había llegado a esa pequeña ciudad doce años atrás con su familia, cuando él solo tenía diez años. Tenía dos hermanos pequeños, un hermano con ocho años y una hermana con tres. Los tres hermanos se adaptaron rápidamente a las costumbres del nuevo país. Tom aprendió español fácilmente y tenía unas notas muy buenas, pero su timidez no puso nada fácil que hiciera nuevos amigos. Se llevaba bien con todos los chicos y chicas de su edad pero a ninguno se le podía considerar su “mejor” amigo. Era un chico solitario y gran apasionado de la música.
Pasaron los años y poco a poco Tom fue superando su timidez, salía con amigos a menudo y dejó de ser un chico solitario, aunque nunca abandonó la música. Hasta este momento todo iba bien, pero a los pocos meses de haber cumplido los dieciocho sus padres decidieron regresar a su país de origen por distintos motivos. Esto fue un cambio aún peor que cuando se mudaron por primera vez. Ahora él estaba totalmente adaptado, pensaba seguir estudiando en este país, aquí estaban sus amigos y aquí también se quedaba la chica de la que estaba enamorado.
El inicio de una historia que espero que tenga continuidad..
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